Del palón divino al palito presidiario, Desigualdades tribales, Historias inconexas, Lo antepenúltimo que trajo el barco, Épica repartera, se titulan algunos de los nueve capítulos que componen el volumen Nemo, el látigo y el cascabel, presentado en la habanera Casa del Alba Cultural. Y si con ellos al lector no se le abre el apetito literario, entonces su paladar es muy difícil de complacer.
¿Exactamente en qué consiste este compendio gestado por la Editora Abril? Su autor, Rodolfo Romero Reyes, periodista y profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, comenta:
“Es la continuación del libro ¿Quién le pone el cascabel al látigo?, publicado en 2017, que compiló escritos míos incluidos en la sección homónima, de la revista Alma Mater; dicha sección fue creada en marzo de 1990 –siendo estudiante universitario la buscaba, la leía– y desde hace 15 años tengo el honor, el placer, de realizarla. He mantenido la línea de mostrar cosas graciosas conectadas con la Cuba de hoy.
“La segunda propuesta editorial rescata varios textos que no cupieron en la selección anterior; además, se incorporaron trabajos posteriores. Recoge anécdotas humorísticas vividas por mí en el preuniversitario, la universidad, o que les han ocurrido a mis amistades; asimismo se añadieron retratos de personajes picarescos.
“Con el ánimo de reflejar de manera costumbrista la realidad contemporánea, mediante una mirada crítica, pero siempre tomando el humor como leitmotiv de cada crónica, me he acercado a fenómenos relacionados con el género urbano, el reguetón; a partir de las canciones, en esas páginas hay sátiras y algunos músicos son caricaturizados”.
No le pregunto a mi colega cuál es la procedencia del sobrenombre con el cual firma sus jocosos relatos en la mencionada publicación, porque el segundo volumen lo aclara: “La primera vez que utilicé el seudónimo Nemo en […] Alma Mater, respondió a la absurda petición de alguien. Me informaron que, a pesar de la pequeña plantilla de periodistas en la redacción, una persona no podía publicar dos y tres trabajos en un mismo número […] El entonces jefe de redacción me propuso: ‘Te buscas un seudónimo y alternamos tu nombre con el seudo’. No le veía mucha lógica, pero acepté.
“Ya en ese momento colaboraba con bastante sistematicidad en ‘¿Quién le pone el cascabel al látigo?’ […]
“Encontrar un sobrenombre no es sencillo. Fan de Silvio Rodríguez, algunas de sus canciones han acompañado parte importante de mi vida: Playa Girón, Historia de las sillas, El elegido, Escaramujo, y Quién fuera. De esta última guardo tres imágenes bellas: Silvio desconectado del mundo, con la mano en su oreja, repitiendo ‘corazón…’; mi amiga Yaima siendo ‘un poderoso sortilegio’ en el umbral de los misterios; y aquella muchacha que buscaba una escafandra ‘al pie del mar de los delirios’. Como el trovador, me pregunté muchas veces: ‘¿Quién fuera Lennon y McCartney? […] ¿Quién fuera Nemo, el capitán?’”.
¿Cuál acogida han tenido tus narraciones?, vuelvo a interrogar.
“El primer libro se agotó muy rápido. Creo que los textos conectan con los jóvenes, asumen códigos actuales, esta podría ser una de sus fortalezas. Y la sociedad, a nivel general, sigue necesitando el humor para reflexionar sobre sus problemáticas”.
Acerca de cómo adecuar el costumbrismo a las pautas del siglo XXI, Rodolfo Romero asevera: “Es un reto; no he seguido una metodología específica. Sí leí mucho, por ejemplo, a Enrique Núñez Rodríguez, a Héctor Zumbado y a todos los que pasaron por la sección ¿Quién le pone el cascabel al látigo?
“Su vigencia radica en que el cubano continúa riéndose de problemas y asuntos parecidos: las colas, el transporte público, las suegras… Sin embargo, lo hace según las particularidades de su contexto. Por eso es preciso adaptar el costumbrismo fundacional a las maneras con que la juventud de hoy se expresa; relacionarlo con la música que escucha, los lugares frecuentados por ella, el uso de las redes sociales, los temas que despiertan sus intereses, inquietudes, opiniones”.
Todavía el escritor no sabe si los nuevos textos llegarán a reunirse en un tercer volumen. Depende, en primera instancia, de con cuánto entusiasmo los lectores acojan en lo adelante la sección. Mientras tanto, disfrutemos de Nemo, el látigo y el cascabel. A modo de invitación, BOHEMIA comparte una de sus crónicas:
Final de ¿atletismo? (junio de 2021)
Un saludo tengan todos: radioyentes, televidentes e internautas que ahora mismo sintonizan la señal, transmitiendo en vivo la competencia de los 800 metros planos que otorgará un boleto olímpico para los juegos de Tokio. Por indicaciones de la Federación Internacional, este evento clasificatorio se celebra en nuestra Isla.
Hacen su entrada los corredores. En el carril no. 1 se encuentra el pan de la bodega, que llega a este certamen tras una increíble temporada en la que alcanzó la marca personal de 20 veces el valor de su precio anterior. No obstante, aparece como el menos favorito.
Por el carril no. 2 está “el colorao”, en representación de los granos de la canasta básica; reaparece después de llevar varios meses ausente en las lides internacionales.
A la tercera carrilera llega el único clasificado entre la gama de productos cosméticos: el tinte de pelo; quien durante la pandemia manifestó haber entrenado como nunca antes, acompañado de otros miembros de su equipo como el champú, el acondicionador y el desodorante.
Por el carril no. 4, vemos al cartón de huevos, uno de los favoritos atendiendo a su formidable estado físico y valor nutricional, con un alto índice en calorías y proteínas.
Por el 5 regresa el dólar americano, a quien vimos debutar en el atletismo nacional en 1993 y quien había sido desplazado por su homólogo el cuc. Tras casi dos décadas fuera de las pistas, regresa a esta final, recibiendo una gran acogida por parte de su público que no olvida su alto poder adquisitivo a inicios de los noventa.
Por el carril no. 6, aparece uno de los favoritos: la carne de puerco, quien ha aumentado su rendimiento de manera exponencial en tan solo unos meses.
A su lado, por el 7, otro atleta con cualidades archiconocidas, entre las que destacan micro, memoria ram, capacidad de almacenamiento, pantalla y densidad de pixeles: el teléfono celular.
Finalizan la lista de competidores la leche y el cemento, en los carriles 8 y 9 respectivamente. Aunque ambos llegan hechos polvo, sus entrenadores tienen la certeza de que alguno de los dos podría colarse entre los finalistas.
En días previos a esta cita, medios de prensa se hicieron eco de la descalificación del café y el queso gouda; pues ambos dieron positivo en las pruebas antidoping.
Antes de iniciar la competencia el auditorio recibió con un fuerte aplauso a una de las glorias olímpicas; el veterano –y también recordista mundial– cigarro popular, quien en el Mundial de Atletismo de 1994 logró la aún insuperable marca de alcanzar 100 veces su valor.
Además, se hizo un minuto de silencio por el preservativo, la íntima y la pastilla anticonceptiva; tres atletas que, con excelentes registros en sus carreras deportivas, han anunciado su jubilación. Ya no los veremos asiduamente en las pantallas; así que coincidir con ellos en un futuro será considerado un milagro.
El silbatazo inicial está a cargo del pomo de aceite, quien –aunque meses atrás nadie lo imaginaba– en apenas semanas ha devenido especialista en este tipo de competiciones.
Y arrancan. Van tomando la delantera el dólar americano, la carne de puerco y el teléfono celular. Lo escoltan a pocos metros de distancia el cartón de huevos y el saco de cemento. Más rezagados van quedando la leche en polvo, el tinte de pelo y el frijol colorao. Vemos como el pan de la bodega se tira en el piso, evidentemente lesionado. Se confirman así los pronósticos: este evento no se gana a base de levadura.
Se van perdiendo los carriles. Avanzan en una única fila. A las claras hay dos bloques separados. En el primero, el teléfono celular va marcando el paso con precios en el mercado negro alrededor de los 9 600 pesos en moneda nacional, más del doble de un salario promedio; sin embargo, no llega a duplicar los precios que tenía antes de iniciar la carrera. Le siguen el dólar americano y el saco de cemento que, a punto de culminar los primeros 400 metros, ya han duplicado su valor. Muy cerca también el cartón de huevo y la carne de puerco acortando la distancia. Entre ellos cinco estarán las medallas de oro, plata y bronce. En el segundo bloque, la leche, el tinte y el colorao le dicen adiós a su boleto rumbo a Japón.
Continúa la carrera; y no es posible definir quién será el ganador. Cuando faltan 200 metros para la línea de meta se observa agotado al teléfono celular en la quinta posición, no tiene suficiente demanda y su precio es realmente inasequible para gran parte de la población. En el puesto no. 4, el dólar americano; al doble de su capacidad, lucha por consolidarse en tres veces su valor, pero hasta el momento le resulta imposible.
A la cabeza marcha el saco de cemento, cinco veces más rápido que en el momento de la arrancada; le sigue la carne de puerco, que está cerca de consolidarse a 150 pesos en algunas provincias del país. Desde la posición no. 3 aprieta el paso el cartón de huevo, quiere ponerse a seis veces su valor inicial, le pasa por al lado a la carne de puerco, sigue el cartón de huevos, se acerca peligrosamente al saco de cemento, el cartón de huevos, viene el cartón, el saco, el cartón, el saco… el cartón… ¡Qué huevos!… Medalla de oro para el cartón de huevos.
PD: Si esto ha sido solo la clasificación para Tokio, no imaginamos cómo será de aquí a unos meses la cita olímpica.