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Cuento escrito por Anisia Miranda
Compay Grillo vivía en un palmar y tenía su casita en el tronco de una palma. Aquella madrugada, cuando los alumnos del Compay llegaron hasta allí para que (es hiciera el cuento de todos los días, él no había llegado.
—Cosa rara —dijo la rana.
—Rarísima —dijo caracol.
—Requeterrarísima —chilló pitirre.
En esto apareció Compay, alegre como nunca. Saludó, se disculpó por la demora, sacudió las gotas de rocío que se le habían pegado, y anunció:
—Hoy no habrá cuento; habrá música, porque traigo una noticia muy alegre.
—¿Qué noticia, maestro? —preguntó la curiosa abeja.
—Sí, sí, ¿qué noticia? —insistió sinsonte.
Y hasta caracol, tan lento, logró decir:
—Ma-es-tro, di-ga la no-tiii-cia.
—No, si ya la digo. Resulta que a Zunzún se le ocurrió que en nuestro palmar debíamos tener una revista.
—¡Una revista! —gritaron todos, sorprendidos y alegres.
—Sí señor, una revista que tenga todo lo que nos gusta leer. Cuando me contó la idea, empezamos el trabajo. Lo primero fue reunir a los amigos que les gustara escribir o dibujar; los colores, los regalaron el mismo zunzún, su compañera, sus dos pichones y los parientes de ellos, colibrí y zunzuncito; con hojas de plátano que lechuza nos tiñó de blanco, tuvimos el papel. Después trabajamos calladitos, para dar la sorpresa. ¿Qué les parece?
Todos tenían la boca abierta. Pitirre fue el primero que la cerró, luego pestañeó, engrifó su moñíto y gritó:
—¡Viiiva!
A lo que los demás respondieron:
—Viiiiiva! jViiiiiva! ¡Viiiiiva! —mientras aplaudían al compás.
—¿Y cómo se va a llamar la revista? —preguntó pitirre.
—Dirás tú cómo se llama —contestó Compay Grillo—, porque en un ratico aparecerá por ahí Zunzún, vendiéndola, por entre las palmas.
Volvieron a gritar y a palmotear; y en medio del escándalo, y para que se callaran, Compay tocó el ¡atención! en su violín y preguntó:
—Bueno, ¿quieren o no quieren saber cómo se llama la revista?
—¡Síiii!
Pues como Zunzún fue el de la idea, la revista lleva su nombre:
Zunzún
—¡Viiiva! ¡Viiiiva! —otra vez los gritos y las palmadas—.
Pero Compay Grillo no gritó, voló un poquito y regresó:
—¡Suuuuch! ¡Silencio! Acabo de oír el zumbido del zunzún. Mariposa, busca una flor bien dulce para recibirlo, una campanilla blanca.
Mariposa llegó con la campanilla casi al mismo tiempo que Zunzún con su carga de revistas. Y después que le cantaron y se chupó el néctar de la flor sin dejar de volar, comenzó a repartir las primeras revistas, en la fiesta más linda que ha habido en el palmar.
Publicado en el Número 1/1980 de la revista Zunzún