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Hija de su tiempo

Dijo el catedrático y periodista español Manuel Calvo: “el periodismo científico es un instrumento para la democracia, pues facilita, a todos, el conocimiento para opinar y compartir con los políticos la capacidad de tomar decisiones en cuestiones que el desarrollo científico y tecnológico nos plantea: el uso racional de los recursos naturales, los problemas éticos y jurídicos del conocimiento del genoma humano, Internet… y tantas otras conquistas científicas y tecnológicas de nuestro tiempo.

“Puesto que nuestra vida está hoy más teologizada, como nunca en la historia, debemos saber los nombres de las cosas y tener los conocimientos científicos y tecnológicos porque han de formar parte de la cultura y, sabemos, la ciencia es cultura”, agrega el teórico.

Uno de los espacios más completos en materia de información y cultura científica en Cuba es la revista Juventud Técnica (JT). La publicación, al celebrar 60 años de fundada, mantiene ese empeño de hacer de la ciencia cultura del pueblo.

JT ha sido hija y reflejo de su tiempo y en sus páginas podemos encontrar el devenir de la ciencia cubana. Acompañó la llegada de la televisión a las montañas del Oriente; navegó en rompehielos soviéticos; padeció los avatares impuestos por el “Período Especial” de la década de 1990 y negativas coyunturas energéticas; vio nacer la biotecnología en Cuba; la telefonía 2G, 3G y hasta la cuarta y quinta; fue voz especializada y testigo del paso de un tornado por La Habana el 27 de enero de 2019, además de la caída de un meteorito allá por el Valle de Viñales, en Pinar del Río, un año después.

Historias de la pandemia de covid-19 o del incendio en la base de Supertanqueros de Matanzas; la bancarización, la digitalización, la inteligencia artificial y otros sobresaltos del reordenamiento económico, digamos; han tenido espacio en la revista, ya sea en su formato impreso o –y sobre todo– en el cada vez más valioso formato digital, lo que demuestra su capacidad de adaptación a los constantes y aún por venir nuevos modos de hacer.

Seis décadas en la ciencia

Se fundó el 21 de julio de 1965 como un boletín dedicado a reflejar el acontecer de los miembros de las recién creadas Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ). En sus inicios tuvo una frecuencia mensual y sus primeros redactores fueron precisamente ingenieros y técnicos.

Llegó a tener 86 páginas y hasta 100 000 ejemplares de tirada en la década de 1980. Era entonces todo un suceso editorial por las ingeniosas soluciones ofrecidas a problemas de la cotidianidad, sus elaborados diseños y la rigurosidad en sus trabajos de periodismo científico.

Durante la crisis económica que conllevó al Período Especial, las publicaciones impresas también sufrieron limitaciones por la ausencia de papel. Varias revistas desaparecieron, entre ellas JT. De hecho, solo salió un número en el año 1996, en ocasión del aniversario de las BTJ, y no fue hasta 1998 cuando recobró su publicación bimestral con una tirada de aproximadamente 20 000 ejemplares.

En el trayecto, JT fue ampliando su espectro de intereses. Aunque mantuvo un público meta con edades comprendidas entre los 15 y 35 años, no solo se dedicó a informar, comentar o narrar para jóvenes integrantes de las BTJ, sino también a todas las personas interesadas en la ciencia, la tecnología y el medioambiente. Igualmente –parte del proceso de creación de una cultura general integral–, comenzaron a aparecer en sus páginas temas referidos a las ciencias sociales que profundizan el análisis y reflexión sobre los fenómenos de la sociedad.

De ser el boletín u órgano de las BTJ en sus momentos fundacionales, transitó hacia una visión cada vez más apegada a las tendencias contemporáneas y actualizadas del periodismo científico, hasta difundir hoy los hallazgos, investigaciones, sucesos y procesos del desarrollo de la ciencia y la tecnología en Cuba y el mundo, además de dar a conocer la historia de las diferentes disciplinas y las personalidades que influyeron en su desarrollo.

No existen muchas publicaciones en el contexto cubano comprometidos con abordar estos asuntos. Por eso, JT apuesta por reflejar toda la variedad científica con un lenguaje ameno y directo que le permita al lector disfrutar de sus contenidos.

El tratamiento de la información y la amplia red de colaboradores de la revista influyen en la calidad de sus reportes. Precisamente una de sus ganancias es el vínculo establecido con diversas instituciones especializadas: la Academia de Ciencias de Cuba y la Universidad de La Habana, particularmente con sus facultades de Comunicación, de Física y de Matemática y Computación.

Los retos, en voz de Iramis Alonso Porro

Adaptada otra vez a los nuevos tiempos y sus circunstancias, el colectivo asume nuevos retos. Apuesta por una mayor presencia en la red de redes, incorpora secciones con elementos propios del lenguaje hipermedial, potencia el uso de infografías y se nutre del talento, las ganas de hacer y las nuevas ideas de los más jóvenes.

Así lo destaca la directora de este medio, Iramis Alonso. Ha dedicado 18 años de su vida a ese sitio que considera su segunda casa. Esto se demuestra con su pasión al hablar y defender ese espacio en cualquier escenario.

“Pienso, luego existo”, reza en la información personal de su perfil de Facebook, del cual quien escribe alguna vez guardó una frase para sí cardinal, y reza: “La ciencia es debate y crítica, no funciona por ucase. Es así o no es ciencia, sino dogma”.

Iramis Alonso Porro. Foto: Claustrofobias

Quizás, por ello, me atrevo a decir que Iramis Alonso piensa para y por JT, para y por la ciencia y, luego, existe. Con ella conversamos en BOHEMIA, medio donde durante años previos también llevó su cruzada.

–¿Qué estrategia mantienen en la revista para, 60 años después, mantener un periodismo científico de rigor, veraz y atractivo hacia los lectores?

–Para mantener ese rigor, JT continúa apostando por la especialización periodística. El periodismo, por principio, tiene que ver con la investigación, el cruce de los datos, el contraste entre las fuentes y eso es común a todas sus expresiones. Luego está el reto de escribir con gracia, utilizando todas las técnicas narrativas y llamar la atención, atraer, despertar el interés del lector.

“En el caso del periodismo científico, este ahonda en determinados aspectos de la realidad. Para hacerse entender, busca referentes comunes para los científicos y el resto de las personas. También es importante identificar aquellos expertos con conocimientos profundos sobre determinados temas, y que sepan comunicar.

“El rigor y la veracidad están relacionados con la calidad de las fuentes. Eso es esencial, sobre todo en un contexto donde hay mucha información y en muchos casos muy dispersa. Tener una visión general es muy difícil, como mismo lo es ser experto en todas las ciencias: la mayoría de los periodistas no estudió carreras científicas. Pero sí es necesario tener una visión general de los procesos de la misma, o conocer cuáles son las bases de la investigación científica y las diferencias entre cada una de las ramas. La metodología de las ciencias sociales, por ejemplo, es muy diferente a la de las ciencias biomédicas.

“Tener una formación humanista y de cultura científica le permitirá al periodista dotarse de todos esos elementos de la cultura popular, del acervo libresco, de la formación artístico-literaria para establecer los referentes y contar esas historias de manera atractiva.

“Nosotros estamos asignando periodistas y reporteros que sigan temas clave como la inteligencia artificial (IA), los procesos relacionados con el medioambiente o la biomedicina. Además, le incitamos a seguir las tendencias en la investigación, se documenten en la historia y tengan como fuentes de información dentro de su agenda al menos a los principales especialistas cubanos.

“Esos periodistas también deben apropiarse de las novedosas herramientas para hacer el periodismo, trabajar las diferentes plataformas de comunicación y manejar una gran cantidad de datos que revelen determinadas tendencias importantes en la toma de decisiones. Estamos hablando del llamado periodismo de datos y de la infografía. Les pedimos también leer mucho, aprender idiomas… Esos caminos estamos siguiendo”.

–JT es considerada dentro el gremio como una revista innovadora. ¿Cuáles han sido las principales ideas implementadas?

–Las principales innovaciones de los últimos años tienen que ver con habernos adaptado al hecho de ya no ser una publicación impresa.

“Existen una filosofía y una cultura de la revista impresa que determinan la organización de la redacción, los modos de entrega y los plazos para realizar la investigación impresa. Todo eso ha cambiado, sobre todo (y no es algo precisamente positivo) sin romper en su estructura la cantidad de periodistas. Es decir, seguimos siendo los mismos, ahora con otras competencias adquiridas y pasar de un medio impreso a otro llamado multiplataformas. Esa es la tendencia en el mundo.

“Las innovaciones han buscado introducir en JT otras plataformas para continuar comunicando los contenidos de la ciencia de maneras distintas, sobre todo adecuados a las particularidades de nuestros públicos.

“El grueso de nuestro público meta está hoy entre 24 y 35 años. Son personas que se manejan bien en redes sociales, buscan datos en el mundo digital. Por tanto, estudiamos cómo es su consumo de información para adaptarnos a esa dinámica.

“Por otro lado, ampliamos la narrativa y hemos acudido al audiovisual. Nos insertamos en el mundo de las webseries, en alianzas con diferentes entidades. Por ejemplo, con la Academia de Ciencias de Cuba hicimos la webserie Puertas abiertas (sobre el conocimiento vocacional para el ingreso a la educación superior) y durante la covid-19 logramos producir otra con voluntarios y personas que participaron en los ensayos clínicos de los candidatos vacunales.

“Incursionamos también en los podcasts, otro modo de presentar la información. Durante la pandemia fue esa la manera de contar las historias de los médicos cubanos que en otras partes del mundo prestaban apoyo.

“Una de las innovaciones más importantes, relacionada con las alianzas, es la aplicación Covid-19 Cubadata. En ese tablero estadístico –realizado conjuntamente con la Facultad de Matemática y Computación de la Universidad de La Habana, a cargo de todo el contenido técnico–, se hacía periodismo de datos, infografías, análisis de información, se monitoreaban las tendencias. Realmente ha sido una de las experiencias e innovaciones más interesantes de los últimos tiempos.

Portada de la revista Juventud Técnica

“Novedoso ha sido el uso que hemos dado a la IA, primero centrado en la imagen de apoyo para realizar ilustraciones de la revista, pero también para automatizar procesos. Empezamos con la creación de bots en Telegram para agilizar algunos procesos de búsqueda de información y luego se fue ampliando a la corrección de colores en algunos videos, a la generación de algunos avatars para realizar ciertos productos comunicativos, a la transcripción de audios de entrevistas y, más recientemente, en la elaboración de resúmenes y de videos o reels para Instagram, a partir de determinados contenidos elaborados para nuestro espacio web.

“Asimismo hemos hecho algunas propuestas para el consumo, ya sea de literatura o de un medio de prensa, a partir de una aplicación que coadyuve a introducir algunos elementos del llamado “nuevo modelo de gestión de la prensa cubana”. Esto nos permitirá interactuar con nuestros seguidores en línea y ofrecerles algunos servicios, incluso de publicidad, en un espacio de su celular, más viable que en la página web.

“Todo lo anterior ha traído aparejado un cambio en la dinámica de producción de la revista: aunque seguimos apostando por nuestra versión impresa, estamos, principalmente, concentrados en la presencia digital y las redes sociales.

JT no está contemplado en el llamado “experimento” de la prensa. Sin embargo, sí hemos decidido comenzar a ofrecer algunos servicios muy enfocados a nuestro perfil. No brindamos, por ejemplo, servicios de publirreportajes sobre cualquier tema, sino orientados a nuestro perfil, así los seguidores pueden identificar en esos materiales publicitarios el rigor con que se trata la información proveniente de la ciencia.

“Por último, diría, algo muy innovador ha sido el vínculo con la Facultad de Comunicación. Proyectos nacidos en la academia, encuentran espacio y se desarrollan en JT. Somos una especie de pasantía, de incubadora de los estudiantes con sus proyectos, los cuales quedan siendo parte de la producción periodística de la revista o, en otros casos, adquieren vida propia y continúan en otros entornos”.

–¿Proyectos en camino?

–En camino… siempre hay. Ahora mismo estamos trabajando dos ideas pensadas para Instagram y los jóvenes.

“Una es llevar al formato reel una sección clásica de manualidades de la revista impresa llamada Hágalo así, un espacio para quienes hacían innovaciones en su casa. En la plataforma digital podremos darle un espacio a emprendedores relacionados con el mundo de la ciencia.

“Bajo la lupa es otro proyecto que cobra vida en Instagram: ofrece información científica de manera resumida sobre procesos, ya sean el blanqueamiento de los corales o por qué ocurren los terremotos.

“Continuamos con la premiada serie Chicas en la ciencia, sobre investigadoras destacadas.

“Ahora mismo está saliendo una sección llamada Monte adentro, en alianza con uno de los líderes del movimiento excursionista cubano. Su propósito es explorar la geografía nacional y dar una mirada, desde la participación, de la naturaleza, no solo contemplativamente, sino como espacio de realización personal, de adquisición de valores y de la historia del país.

“Seguimos con mucha intensidad trabajando en la IA. En este sentido, hemos establecido una alianza con el Proyecto de Inteligencia Artificial para el Desarrollo Sostenible (Iades), con el cual estamos explorando algunas facilidades que nos pueda brindar esta tecnología para las necesidades de JT.

“Una de las principales aspiraciones nuestras es crecer en personal profesional para poder llevar adelante todos estos proyectos. Y un anhelo permanente es volver a imprimir regularmente la revista, o al menos algunos números especiales o monográficos, porque es necesario llegar a los públicos con determinados formatos en papel”.

–“La ciencia es debate y crítica”, decía en aquella frase del año 2019. ¿Cumple hoy el periodismo científico con este principio?

–Hay pasos muy alentadores que rescatan para la divulgación científica la complejidad de la ciencia, pero todavía no es suficiente.

“Hay programas y determinados espacios, como el televisivo Observatorio científico, donde el periodismo científico no es solo un escenario en el que un grupo de expertos dice el resultado obtenido, sino es capaz de ahondar en la historia de los procesos en sí mismos.

“Es importante conocer los resultados, por supuesto, y también que la ciencia no es un camino unidireccional y sin errores. Hay resultados negativos y, aun así, indican positivamente el camino a no seguir. Hay fracasos, dolores, alegrías. Hay trabajo en grupo e individual, miseria humana, altruismo… La ciencia es tan compleja como quienes la hacen.

“¿Qué tipo de ciencia, para qué sociedad? Son preguntas muy complejas. Tenemos sociedades marcadas a veces por fenómenos muy dolorosos, de exclusión, de inequidad… Si el periodismo científico no es capaz de ayudar a responder esas preguntas, en mi opinión, deja de tener sentido.

“En un mundo donde la pseudociencia gana espacios, se necesita debate, crítica, investigación, contraste, búsqueda, comprobación. Hay una frase que le escuché a alguien: “la ciencia se suicida todos los días y renace todos los días”. La base de ese ciclo de muerte y renacimiento permanente es, justamente, la duda, el análisis… es poner los procesos en la mirada de los pares.

“El periodismo científico en Cuba todavía está lejos de ofrecer a la gente esa complejidad. Tampoco cubre las necesidades de información científica de las personas para tomar decisiones. Ejemplo es la insuficiente explicación dada, desde la ciencia y la tecnología, a las medidas implementadas por Etecsa para elevar las tarifas del servicio de conexión a Internet; o el inexacto tratamiento, desde la ética, dado a la IA para su uso eficiente, sin que dañe la capacidad de tomar decisiones, de crear y pensar.

“La especialización, ya lo decía, sigue siendo un desafío, como lo es capacitar a los expertos en la comunicación. Debemos seguir preparando a la gente y fortalecer la formación de periodistas en la rama, porque sin esa cantera no habrá periodismo científico”.

 

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